domingo, 18 de septiembre de 2011

Un espíritu aventurero.

Para VIVIR hace falta tener un espíritu aventurero. A fin de cuentas la Vida es la mayor de las aventuras: impredecible, sorprendente y siempre desafiante.
Así, si pretendemos que nuestra existencia se convierta en algo seguro y sin sobresaltos, sin demasiados retos que afrontar, vamos a darnos de bruces con la insatisfacción ya que eso no es la vida, eso es un plan de pensiones. Y en el caso de que, con mucho empeño y persistencia, consigamos reducir nuestra existencia a algo tranquilo y predecible, nos habremos matado en vida, limitando su grandiosidad y desperdiciando el amplio abanico que se despliega ante nosotros.
Por ello tal vez sea más sano y gratificante potenciar nuestra faceta más “Indiana Jones”. Tomarse la vida como una novela de aventuras, en la que nunca sabemos qué va a pasar en la página siguiente y es ese cosquilleo de emoción lo que nos “engancha” a la historia. Del mismo modo ¡engánchate a la vida! Matarías a quién pretendiese contarte qué va a suceder en el siguiente capítulo de ese libro tan interesante, entonces ¿por qué narices quieres saber cómo va a ser tu vida? ¡Relájate y disfruta de la novela! Parece una tontería pero es tan simple como eso, es aplicar ese modo de tomarse las cosas a tu propia vida.
Tal vez alguno piense que su vida le importa bastante más que una novela, por eso es incapaz de tener esa misma actitud de libre emoción. Y yo le respondo: precisamente porque tu vida es bastante más importante que una novela, no la malgastes en ansiedades y preocupaciones sobre cómo va a ser, intentando planear el siguiente capítulo. Si te hace más feliz la actitud que tienes ante una novela que la que tienes ante tu propia vida, tal vez sea hora de cambiarla, ¿no crees? Porque, como siempre os digo, todo se puede aprender y en nuestra mente todo es susceptible de ser pulido.
“Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos, pues en esta vida, gracias a dios, nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto” Noel Clarasó
“Una filosofía de vida: soy un aventurero, buscando… ¡un tesoro!Paulo Coelho
Una muy buena filosofía de vida, elígela y convierte tu vida en algo emocionante en vez de algo inquietante y perturbador. El cambio de una a otra está en ti, sólo tienes que dar el paso.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Ajustando las velas

Frente a la vida se pueden tener dos actitudes: ir con ella o contra ella.
En una sociedad que potencia valores tales como la capacidad de lucha, la ambición o el inconformismo, es fácil traspasar la barrera y convertir nuestra existencia  en una continua batalla. Y llevamos las de perder porque la vida tiene su propio modo de hacer las cosas y ninguno de nuestros actos va a cambiar eso.
Es difícil abordar este tema teniendo en cuenta que VIVIR también consiste en tener sueños e ir a por ellos. Pero como en todo existe en un delicado equilibrio, un punto medio en el que reside la paz interior. Y ese es siempre el lugar que debemos buscar.
Quizás el mejor modo de explicarlo sea una metáfora. Imaginemos la vida como un curso de agua, impetuoso e impredecible, que nunca sabemos a qué orilla nos conducirá. Si somos personas que sabemos lo que queremos y tenemos muy claro a qué playa queremos arribar, seguramente nos pongamos a nadar contracorriente en los momentos en que el viento no nos sea favorable, luchando por cambiar el rumbo de las cosas. Y no lo vamos a conseguir, la fuerza del agua es más potente, lo único que nos quedará será una sensación de descontento con la vida, la habremos convertido en un enemigo contra el que luchar, que nunca nos da lo que queremos y contra el que hay que batallar constantemente. Una sensación nada agradable.
¿Quiero decir con esto que hay que renunciar a los sueños y metas y simplemente conformarnos con lo que la vida quiera hacer de nosotros? Pues tampoco es eso. Lo que hoy os propongo es FLUÍR con la vida, dejarse llevar con su corriente, disfrutando de los paisajes que os va mostrando por el camino, no dejéis de saborearlos obcecados en vuestro objetivo, embriagaos con la ruta. Dejaros llevar en paz, pero no con una paz abandonada y resignada, sino con una paz despierta, atenta a las fluctuaciones del viaje para así poder aprovechar los cambios de corrientes que puedan favoreceros a alcanzar vuestros sueños. No intentéis remar contracorriente, simplemente dejaros ir y desplegad las velas cuando el viento os sea favorable.
Con esta actitud vais a llegar exactamente al mismo tiempo a vuestra meta, porque cuando el mar está en contra, está en contra, y ninguna de las estrategias que podáis urdir va a cambiar las fuerzas de la naturaleza en vuestro favor. Pero habréis ganado algo: disfrutar del viaje, disfrutar de la vida, convirtiéndola en aliada en vez de en enemiga. Y VIVIR, vivir más experiencias, porque no os imagináis todo lo que dejamos de disfrutar en nuestras vidas obcecados como estamos a veces en conseguir lo que no tenemos.


"La Felicidad es una mariposa que no se deja atrapar, pero si te sientas tranquilamente puede que se pose en tu mano"

sábado, 3 de septiembre de 2011

El valor de los pequeños gestos.

La Felicidad, esa meta que en ocasiones se nos antoja utópica e inalcanzable, se compone en realidad de pequeñas actitudes cotidianas que todos podemos cultivar. Y una de las más sencillas son los gestos.
“La sonrisa es la felicidad instantánea” me decía ayer un amigo, y me pareció una afirmación muy acertada. Cuando sonreímos nos sentimos inmediatamente bien, siempre y cuando sea una sonrisa sincera, claro. Siempre me he fijado mucho en las sonrisas de las personas porque creo que dicen mucho de ellas. Las hay que no sonríen de verdad, es como si hubiesen aprendido esa mueca social pero fuesen incapaces de sentirla desde dentro, de sonreír desde el corazón, y es esa y sólo esa sonrisa la que nos acerca a la felicidad. Y qué decir de la risa. A menudo algo nos resulta gracioso, o divertido, o nos pone contentos y nos permitimos reír pero sólo a medias, ¡qué dirá la gente si nos ve estallar en carcajadas! Pueden tacharnos de políticamente incorrectos o de alocados. Pero si olvidamos las convenciones sociales y nos permitimos reírnos con ganas –aunque el motivo sea una tontería- dejando salir la risa como si de un torrente de agua desbordada se tratase, inundándonos con su fuerza, sentiremos un chispazo de vida, como si una mecha de bienestar prendiese en nuestro interior y nos recordase qué es estar vivos.
Ahora que lo pienso, nuestra sociedad censura la mayoría de los gestos de felicidad que tengo en mente: reír a carcajadas, bailar, cantar por la calle… Inmediatamente tachamos de loco a quien los hace sin entender que, para ser feliz, es necesario un punto de locura. Tal vez simplemente sea la envidia malsana de ver que alguien se siente contento sin motivo aparente, y disfrazamos esos celos de rectitud moral y de corrección social.
Otro de los gestos que traen consigo sensación de felicidad son los abrazos. Es más, es una sensación de doble felicidad, ya que la sientes y al mismo tiempo la regalas, ¿puede haber algo mejor? No puedo estar más de acuerdo con la inciativa de los free hugs o “abrazos gratis”. Porque a todo el mundo le sienta bien un abrazo, es más, hay momentos o situaciones en que realmente necesitamos un abrazo y es increíble como ese pequeño gesto puede hacernos sentir reconfortados y ver las cosas de un modo más amable. Nos sentimos conectados, comprendidos, no estamos solos en el mundo y se hace patente la máxima espiritual de “Todos somos Uno”.
Y si esos pequeños gestos son tan gratificantes, ¿por qué no vamos por ahí regalando sonrisas, abrazos, canciones y caricias? “No estoy de humor para eso”, nos decimos, y nunca lo estaremos si no empezamos a hacerlo. Porque estos pequeños gestos no sólo son una consecuencia de la felicidad sino también una causa.
Así que, no sé qué opinas tú, pero yo creo que este es un fantástico momento para empezar a sonreír, pegarte un baile en el pasillo y dar un abrazo a ese amigo al que vas a ir a visitar.