lunes, 17 de octubre de 2011

Algo pequeñito

Todos nos sabemos de carrerilla la cantinela de que la Felicidad está en las pequeñas cosas y que hay que saber disfrutar de ellas. Pero lo cierto es que, aunque la repetimos con asiduidad, hacemos caso omiso de tan sabia afirmación.
La buscamos en todo lo grandilocuente, y si puede ser inalcanzable mejor, así tenemos una excusa –de esas que tanto nos gustan– para no ser felices; sin entender que el disfrutar de las pequeñas cosas no es resignación ni fantasía, sino una fuente segura (y abundante) de Felicidad. A fin de cuentas, las pequeñas cosas siempre van a estar ahí, aún cuando todo lo demás falle y se desmorone.
Lo curioso es que, cuando lo vemos desde fuera, sí nos parecen cosas placenteras y dignas de generar placer y alegría, pero parece que nosotros nunca hallamos el momento para entregarnos a su deleite. Tal vez estemos demasiado ocupados amargándonos la vida y dedicando nuestro tiempo y esfuerzos a la acumulación de cosas materiales que jamás nos traerán la tan anhelada paz.
Dedicar una tarde simplemente a disfrutar de una buena novela, de esas que nos enganchan y nos hacen estremecer viviéndolas como propias; prepararse un buen baño caliente en la penumbra de unas velas aromáticas; tumbarse en la hierba, al solcito, a contemplar el paso de las nubes por el firmamento; pasear por la orilla del mar y detenerse a maravillarse con el indescriptible espectáculo del atardecer; saborear una taza de buen café, siendo consciente de su aroma, su sabor, su textura en nuestra boca; escuchar nuestro CD favorito sin hacer nada más que disfrutarlo; dedicar nuestro tiempo a alguna tarea creativa que nos guste, por el simple placer de CREAR; charlar sin finalidad alguna, sólo por el propio gusto de la conversación y la buena compañía, etc., etc., etc.
Haciendo esta reducida lista de las incontables “pequeñas cosas” con que las vida nos obsequia, acabo de darme cuenta de que para ser capaz de disfrutar de la mayoría de ellas hace falta paz interior, estar en calma, serenos, para que nuestra mente no nos perturbe con los pensamientos negativos que suelen acuciarnos cuando echamos el freno y nos tomamos las cosas con calma.
Pero, como a menudo suele suceder con el bienestar emocional, las cosas son a la vez causa y consecuencia, y nos ayudará a encontrar la ansiada serenidad el propio hecho de centrar nuestra atención en estas pequeñas maravillas, olvidando por un momento preocupaciones, recuerdos, o anhelos de futuro: sólo centrando nuestra mente en el aquí y el ahora.
Y tú, ¿cuánto tiempo hace que no te regalas el placer de disfrutar de algo pequeño? Te invito a que lo pongas en práctica, una pequeña cosa cada día, poniendo toda tu alma en ella.
Ya me contarás qué tal J

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