martes, 22 de noviembre de 2011

Cómo convertirte en un sinvergüenza

La vergüenza y la timidez son sensaciones bastante comunes que todos experimentamos en unas u otras circunstancias. El problema surge cuando permitimos que nos paralicen y nos limiten de hacer las cosas que queremos hacer.
Realmente la vergüenza no es más que el miedo al ridículo, al “qué pensarán de mí si hago o digo tal o cual cosa” y surge de esa necesidad de aprobación que buscamos en los demás. Y son tan fuertes esas ansias que tenemos por obtener el beneplácito de los otros, que por miedo a perderlo dejamos de hacer algunas de las cosas más maravillosas que la vida nos ofrece. No pedimos una cita a esa persona por la que nos sentimos atraídos, no nos apuntamos a esa actividad que nos gusta, no nos permitimos comportarnos cómo nos apetece en cada momento…
Para superar la vergüenza y la timidez se han esgrimido las más variopintas técnicas. Albert Ellis proponía hacer repetidamente cosas vergonzosas hasta que la sensación desapareciese. Entre las que recomendaba se encontraban anunciar a voz en grito las paradas del metro o atar un plátano a la correa del perro y pasearlo por la ciudad. He de reconocer que me parece un método la mar de divertido, pero en cuanto a efectividad parece ser que  lo es más cambiar el chip en nuestro interior. Porque si os dais cuenta en este blog siempre estamos hablando de lo mismo, de algo tan simple como cambiar de perspectiva. Si algo resulta doloroso, dañino, nos hace sufrir o nos crea ansiedad es porque lo estamos enfocando por el lado equivocado. Siempre, siempre, siempre existen otros puntos de vista desde los que ver las cosas, es cuestión de moverse un poco del lugar en el que estamos acostumbrados a observar el mundo (algo no tan sencillo, lo sé, somos animales de costumbres) y la panorámica cambiará.
Así, en este caso, basta enfocarlo desde el punto de vista de lo que nos estamos perdiendo en vez de pensar en lo que puede salir mal: ¿Y si esa persona nos dice que sí a la cita que le proponemos? ¡Qué subidón tan bueno!, y nos lo habríamos perdido por la absurda vergüenza. Y así con todo lo que nos apetece hacer, porque si nuestro objetivo en esta vida es VIVIRLA con mayúsculas y no limitarse a meramente existir, ¿compensa dejar de hacer lo que nos sale de dentro por miedo a lo que opinen los demás de nosotros?
También nos ayudará a superar la timidez y la vergüenza el darnos cuenta de qué nos hace realmente valiosos como personas. Los demás no nos quieren porque proyectemos una imagen intachable, ni porque tengamos las palabras adecuadas para cada ocasión, ni porque hagamos lo que se espera de nosotros ni ninguna de las superficialidades en las que solemos buscar la aprobación ajena. Al final lo que nos hace admirables, y al mismo tiempo lo que nos hace sentirnos a gusto con nosotros mismos que es lo más importante, es nuestra capacidad para VIVIR. Admiramos a las personas que están vivas, que emanan pasión por cada poro, que actúan en consonancia con lo que sienten porque eso confiere una fuerza a su modo de comportarse que les hace brillar con luz propia.
Por todo esto, si realmente quieres VIVIR, si quieres dejar de limitarte a ti mismo, si quieres dejar de perderte lo mejor de la vida, entiende que el mejor modo de perder el miedo a hacer el ridículo es hacerlo, pero hacerlo tan convencido que disfrutes de ello tantísimo, con tanta pasión, que nadie pueda juzgarte por ello, sino que solo puedan envidiarte por ser capaz de ser tan auténtico J
“¿Qué hace la gente débil? Su necesidad de validación y reconocimiento” (Paulo Coelho)

No hay comentarios:

Publicar un comentario